Para proteger la identidad de los residentes y el personal de los hoteles hemos cambiado sus nombres.
Mientras como una comida que han cocinado en el suelo de una ducha, me doy cuenta de que nada me ha preparado para ver cómo es la vida de las personas en un hotel de acogida para refugiados.
Me invitaron a cenar con Kadir y su familia, no en el restaurante del hotel, sino en las habitaciones donde él vive con su esposa, Mira, y sus tres hijos.
Hay un cable eléctrico que ha sido cubierto con una gruesa cinta aislante y lo han extendido hasta el baño.
Tras la puerta de la ducha, Mira está agachada alrededor de una pequeña cocina que ha puesto allí mismo, casi bajo la regadera.
Coloca las sartenes y las ollas precariamente sobre una placa, mientras mueve la comida.
Cuando una sartén llena de aceite empieza a salpicar, me preocupo por la alarma de humo.
Pero no debería preocuparme, el sensor de la habitación está sellado herméticamente con bolsas de plástico.
Este arreglo es ilegal y peligroso, pero Kadir me dice que su familia prefiere correr el riesgo y preparar sus propios menús que alimentarse de la comida gratuita que se ofrece en el restaurante del hotel.
“Son papas fritas y nuggets de pollo”, afirma, y agrega que los residentes del hotel se han quejado de que les hace sentir mal.
El olor a hierbas y especias que flota por los pasillos parece sugerir que no son los únicos que se sienten así.
“Todos cocinamos en nuestras habitaciones”, asegura Kadir. “Todos lo hacemos, pero escondidos”.
Algunos de los solicitantes de asilo cocinan dentro de sus habitaciones de hotel. Crédito de la foto: Autor desconocido.
Visité cuatro hoteles este verano boreal para la producción de una serie de documentales con el fin de intentar tener una idea de cómo es la vida para quienes viven y trabajan allí.
Dos hoteles albergaban familias, y los demás eran para personas solas, hombres en su mayoría.
Pero las historias en estas cuatro residencias eran similares.
Para proteger la seguridad de los residentes y el personal, elegí no revelar dónde están los hoteles.
Escuché de familias que han estado esperando en Reino Unido durante casi una década a que se decidieran sus casos, y de personas que han tenido bebés con la creencia equivocada de que hacerlo garantizaría automáticamente que la madre y el niño recibirían pasaportes británicos.
También escuché historias inspiradoras de generosidad humana, como la de una pareja de ancianos, ambos con graves problemas de salud, que aun así lograban ayudar a otros en su hotel con comida y apoyo emocional.
Pero, al mismo tiempo, vi indicios de que en los hoteles hay gente trabajando de forma ilegal y descubrí que el sistema de asilo paga por una cantidad extraordinaria de viajes en taxi.
El gobierno se ha comprometido a poner fin al uso de hoteles para albergar solicitantes de asilo para 2029.
Actualmente albergan a unas 32.000 personas en todo Reino Unido, una cifra por debajo de los 51.000 de 2023.
Los hoteles utilizados como alojamiento para solicitantes de asilo, incluidos dos que visité, se convirtieron en un foco de protestas ruidosas y a veces violentas los pasados meses, después de que un residente de un hotel en Epping, una localidad en las afueras de Londres, agrediera sexualmente a una niña de 14 años.
Normalmente la entrada de periodistas a los hoteles no está permitida, pero yo conseguí acceder a través de contactos de inmigrantes que cruzaron en bote a Reino Unido a través del Canal de la Mancha desde Francia.
En agosto de 2025, los manifestantes salieron a pedir el cierre de un hotel de asilo en Epping, Essex. Crédito de la foto: Autor desconocido.
Los hoteles no fueron concebidos para el uso de solicitantes de asilo.
En las reseñas de internet, las habitaciones se ven elegantes. Tienen sofás, televisores, camas dobles y baños privados.
Todo eso está ahí, y creo que cualquier persona estaría contenta de pasar un par de noches allí.
Autor: Sue Mitchell
Crédito: BBC News Mundo.
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