El año pasado se reportaron al menos cuatro casos de personas afectadas con esta sustancia en el área metropolitana.
“Corrí sin parar hasta la Gobernación”. María Camila Calvo tiene 29 años, trabaja en la Gobernación de Risaralda y aún no comprende cómo, en pleno centro de Pereira, se convirtió en una víctima más del temido y silencioso ataque con escopolamina.
Han pasado cinco días, pero su cuerpo y su mente siguen atrapados entre las secuelas de esta peligrosa sustancia. El mareo no cede, la ansiedad es constante y el miedo la acompaña incluso bajo la luz del sol.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. “Yo solo sentí que algo me lanzaron, y reaccioné corriendo. Le dije a mi amigo: ‘agárrame que me tiraron algo’. Ahí supe que no estaba bien”, contó una conversación con 360 Noticias.
La escena fue frente a un local de venta de envases plásticos, a escasos metros del edificio de la Gobernación, por la calle 18. Eran casi las 5 de la tarde. María Camila acababa de despedir a su madre en un taxi que la llevaría a la Terminal de Transportes, ya que ambas son del municipio de Quinchía.
Luego se encontró con un amigo, y juntos caminaron en dirección a la sede de la Gobernación. “Iba todo normal, veníamos hablando. Hasta que, cerca de ese local, vi que un hombre se nos acercaba. Vestía jean, una camisa cualquiera y tenía gafas negras. De frente, me lanzó algo”.
En ese instante, sintió que su cuerpo se debilitaba. Algo la golpeó en el aire, no físicamente, pero sí con una sensación repentina que la dejó tambaleando.
“Lo que hice fue correr, correr sin parar hasta la portería de la Gobernación. Cuando vi al vigilante, ya no supe más de mí”, recuerda.
Volvió en sí horas después, ya en un centro de salud, rodeada de sus familiares. El diagnóstico fue envenenamiento por escopolamina. Y aunque su vida no estuvo en riesgo vital, el daño quedó marcado: mareos persistentes, confusión, episodios de ansiedad y una sensación de inseguridad que no la abandona.
María Camila no presentó denuncia formal ante la Fiscalía. “Cuando me atendieron, lo primero que me preguntaron fue si recordaba quién me hizo eso. ¿Qué voy a denunciar si no tengo rostro, ni nombre, ni nada?”, pregunta en medio de la frustración.
Según datos, en 2024 se reportaron al menos cuatro ataques con escopolamina. Sin embargo, en lo corrido de 2025 no hay cifras oficiales ni una línea de trabajo visible que permita saber cuántos han ocurrido este año.
“Lo que pasa es que hay muchas mujeres que, como yo, no denuncian. Algunas por miedo, otras por vergüenza. Otras, simplemente, porque no recuerdan nada”, agregó María Camila.
Crédito: 360 Noticias
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